El pasado 14 de Agosto, víspera de la festividad de la
Asunción de la Virgen María, a la finalización del Triduo a la Virgen de los
Reyes se bendijo por parte de nuestro Arzobispo, D. Juan José Asenjo, el
monumento al Beato Juan Pablo II.
Está situado en la Plaza
Virgen de los Reyes, a las puertas de la Iglesia Conventual de la Encarnación
de las MM Agustinas. Es una obra en bronce realizada por el catedrático de Bellas
Artes de la Universidad de Sevilla, escultor e imaginero, Juan Manuel Miñarro
López. Cuenta con una altura de 2.45 metros y representa al Papa Juan Pablo II con
los brazos abiertos, vestido con la casulla que usó en la beatificación de
Sor Ángela de la Cruz en 1982, y portando el báculo.
Recordemos que Juan Pablo
II fue Papa de la Iglesia Católica durante 27 años, desde Octubre de 1978
hasta su muerte en 2005. A lo largo de su fructífero pontificado destacó por su
especial devoción a la Virgen María como Madre y mediadora ante Jesucristo. Igualmente, fue artífice de la Nueva Evangelización y promovió la doctrina social de la Iglesia a través de
encíclicas y documentos.
Desarrolló una intensa
actividad misionera, dejando una huella imborrable en aquellos lugares que
visitó. Realizó 104 viajes, peregrinando por 129 países distintos. Entre ellos estuvo en España en cinco ocasiones y concretamente dos veces en Sevilla, en
1982 y en 1993.
De grato recuerdo
resulta la primera de las visitas apostólicas realizadas a nuestra Capital, en
la que el 5 de Noviembre beatificó a Santa Ángela de la Cruz. Posteriormente en
1993, el sábado 12 de junio, llegó directamente desde el Vaticano al Aeropuerto
de San Pablo para la Clausura del 45 Congreso Eucarístico Internacional, dentro
de los actos conmemorativos del V Centenario del descubrimiento y
evangelización de América.
Con este monumento
Sevilla rinde un merecido homenaje a Juan Pablo II, el Papa Peregrino elevado a
Beato el 1 de Mayo de 2.011, destacado por su compromiso ético y moral, por su
lucha a favor de la justicia social, y abogando en todo momento por la mejora
de las condiciones de vida en los países más pobres del mundo. De esta manera
permanecerá en nuestra tierra el recuerdo imborrable del Papa que pernoctó en Sevilla, que rezó el
ángelus a los pies de la Giralda y que fue despedido por sevillanas como
muestra de cariño de nuestro pueblo.
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