Soy de Sevilla, escueta frase pero contundente mensaje. Mosen Per de Tous quedaría asombrado cuando, cazando una perdiz, encontró esta bella imagen.
  
Son mensajes a los que nos tiene acostumbrados la Virgen y que van dejando sembrados los templos con imágenes cuyos nombres y condición nos han revelado Ellas mismas. Como Lourdes, Yo soy la Inmaculada Concepción. Como Rocío, Yo soy la Virgen de los Remedios y como Hiniesta que dejó muy clara su procedencia y nos llegó de la tierra hermana de Cataluña, para regar con su nombre todo el cielo de San Julián.
  
 
  
La gloria se manifiesta
  
En su gracia soberana
  
Y otra Hiniesta le contesta
  
Que su dolor no le resta,
  
Sentirse tan sevillana
  
Como sienta la primera.
  
Dolor y Gloria se unen
  
En la misma advocación,
  
Una regala sonrisa,
  
La otra, lágrima y pena
  
Pero el amor a Sevilla
  
Llevan las dos por sus venas.
  
 
  
Los sueños invaden la mente de los humanos y muchas veces no sabemos si lo soñado pertenece a la realidad o es fruto de nuestros deseos más fervientes, por eso al evocar a la Virgen de la Hiniesta mis sueños, levantan un puente que no solo une a dos tierras hermanas, une también dos realidades, dos espíritus, dos identidades, que dentro de la pluralidad, pertenecen a un tronco común, a una verdad indiscutible que es España.
  
 
  
Sevilla, sensible siempre a lo que viene de las manos de María, recogió el mensaje y la hizo Alcaldesa perpetua de la ciudad y representante oficial de su devenir, confiando en sus manos el bastón que la acredita como máxima autoridad de la ciudad y nos lo hace saber cada víspera del Corpus, cuando Sevilla se alfombra de romero y Ella sube sobre alados pies, que en una “chicotá” valiente, la encumbra al perpetuo Altar Hispalense.
  
 
  
Tu nombre dulce Señora
  
Es muestra de tu humildad,
  
Es florecilla silvestre,
  
Es retama virginal,
  
Que crece en el más agreste
  
Corazón de la montaña,
  
Donde un día declaraste
  
Ser sevillana de raza
  
Y viniste con nosotros
  
Porque así lo deseabas
  
Y esa retama prendió
  
Con raíces tan profundas,
  
Que ni el fuego, ni los tiempos
  
Han podido combatirla.
  
Tenías una misión
  
Que ha quedado bien cumplida,
  
Dirigir nuestros designios,
  
Ser Alcaldesa escogida.
  
En lo incierto de los tiempos,
  
Recibir Madre tu ayuda,
  
Esclareciendo las mentes,
  
Administrando cordura,
  
Mitigando controversias,
  
Que provocan desventuras
  
¡Ay! Si tus manos llevaran
  
El timón de esta goleta,
  
Otro sol nos alumbrara.
  
Llegaste de Cataluña
  
Hasta Sevilla la llana
  
Y lo hiciste para unir
  
Dos tierras que son hermanas,
  
De un tronco que pertenece
  
A esta Nación, que es ¡España!
  
Maruja Vilches Trujillo
  
6 de mayo de 2006