Este
domingo 11 de junio, a las 10:00 horas celebramos el solemne y
reverente culto en honor de nuestro amantísimo titular el Augusto Sacramento
del Altar, con una solemne procesión eucarística por las calles de la
feligresía de San Julián y como indica nuestra Regla 19.b. tenemos la
obligación de “asistir responsablemente a todos los cultos”, por
tanto, este culto eucarístico es una buena ocasión para el encuentro en San
Julián de todos los hermanos en torno a la mesa del Señor y con la cercanía del
mismo Dios como Jesús sacramentado. En horario de diez de la mañana a doce
menos cuarto, acompañaremos al Dios
del Amor por las calles de San Julián.
Convocatoria de cultos |
Como
se ha informado en días precedentes la predicación de este culto estará a cargo
del Rvdo. Sr. D. Fernando García Álvarez de Rementería, párroco de San
Julián y director espiritual de la Hermandad de la Hiniesta será quien celebre una eucaristía a las 9:30
horas, antes del inicio de la procesión.
El
color litúrgico que corresponde para
esta función es el blanco, al
encontrarnos en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, en la que confesamos y
veneramos al mismo Dios en la Trinidad de personas, y la Trinidad de personas
en la unidad de Dios.
El
titular sacramental de la Hermandad, es el más alto exponente de la devoción
que profesamos al Santísimo Sacramento del Altar que, desde hace cincuenta
años, con la fusión entre las Hermandades de Nuestra Señora de la Hiniesta y
del Santísimo Sacramento de San Julián, pasó a ser titular principal de nuestra
corporación. El cortejo de la procesión se iniciará por un acólito que irá
tocando la campana, propia de este tipo de procesiones y que anuncia la llegada
de Jesús sacramentado.
La Iglesia católica
define el culto a la Santísima Virgen con el término hiperdulía,
que fue utilizado por vez primera en el año 1963, durante el Concilio Vaticano
II y concretamente en la Constitución dogmática “Lumen Gentium”,
uno de los cuatro documentos que sirvieron como base para desarrollar los
trabajos de renovación de la Iglesia. Se describe en “Lumen Gentium” que “este
culto [...] aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de
adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu
Santo, pero lo favorece muy poderosamente". En el culto de la Virgen
María (hiperdulía) el grado de veneración es mayor que los demás santos
(dulía), pero menor a la que se considera de adoración (latría), reservado para
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
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