jueves, 4 de junio de 2020

Formación

“El misterio inescrutable de Dios”

Cuenta la leyenda que San Agustín, un día iba paseando por la orilla del mar reflexionando sobre el dogma de la Santísima Trinidad, cuando vio a un niño llenar un cubo de agua y lo vaciaba repetidamente en un hoyo. Entonces se acercó al crío, lleno de curiosidad, y le preguntó por qué hacía aquello. Respondiéndole aquél que quería sacar la totalidad del agua del océano para ponerla en ese pequeño recipiente, a lo que San Agustín le opuso la imposibilidad de aquella misión infantil. Replicándole el pequeño, a su vez, qué más imposible era lo que él pretendía, pues trataba de comprender el misterio de Dios y la Santísima Trinidad, cuya realidad es divina, a través de una mente humana… infinitamente más pequeña.

Pues bien, ese dogma de fe que es la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo -un solo Dios y tres personas diferentes-, es lo que celebraremos este próximo domingo. Cada vez que rezamos el credo en la eucaristía, hacemos referencia a ese dogma sagrado. Para Juan Pablo II es “el misterio inescrutable de Dios”, aunque según cuentan las crónicas, el primero en usar la palabra “Trinidad” fue Tertuliano, a comienzos del siglo III, y en el Concilio de Nicea del año 325 se define solemnemente. La palabra Trinidad procede de tres, y ya en la Grecia clásica fue considerado imagen del Ser supremo por los más grandes filósofos, como unión de lo material, espiritual e intelectual (principio, medio, fin).

El día de la Santísima Trinidad, se celebra el domingo de la séptima semana, después de la Pascua. Es decir, el domingo posterior a Pentecostés. Tras la bajada del Paráclito. 

Finalmente, recordando al Papa Juan Pablo II, observamos que Jesucristo mismo dice: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el hijo quiera revelárselo" (Mt 11, 27).  Y “el misterio de la Santísima Trinidad sigue siendo el misterio más profundo de la fe, que el entendimiento por sí solo no puede comprender ni penetrar. En cambio, el mismo entendimiento, iluminado por la fe, puede, en cierto modo, aferrar y explicar el significado del dogma. Y de este modo puede acercar al hombre al misterio de la vida íntima del Dios uno y trino


Carlos Castro Arroyo 

Mayordomo Segundo





miércoles, 3 de junio de 2020

Patrimonio


MEDALLA DE LA CIUDAD DE SEVILLA

La medalla de la ciudad de Sevilla fue concedida al Consejo General de Hermandades y Cofradías en 1982. Desde 1984, con la Virgen de la Esperanza de Triana, se ha establecido la costumbre de entregar una réplica de la misma por parte del Ayuntamiento a las imágenes coronadas canónicamente. A la Virgen de la Hiniesta Gloriosa se la impuso el alcalde Manuel del Valle Arévalo al término de la función votiva celebrada el 8 de septiembre de 1990 en la iglesia de Nuestra Señora de Consolación, vulgo los Terceros. El acto tuvo lugar allí porque las casas capitulares estaban en obras y la alcaldía se había establecido provisionalmente en el edificio anexo, el antiguo convento franciscano de la orden tercera.
La Virgen regresó a San Julián en procesión al día siguiente acompañada por la Banda Municipal.



FRANCISCO S. ROS GONZÁLEZ, Catálogo exposición “Soy de Sevilla. Seis siglos de historia, arte y devoción en la hermandad de la Hiniesta”. Círculo Mercantil e Industrial, 2012.



martes, 2 de junio de 2020

Acción solidaria de las hermandades de la Resurrección y la Hiniesta
















Ante la situación de pandemia y la crisis social y económica que se ha derivado de ella, es el momento de hacer presente a Jesucristo ante la sociedad, actuando en comunión entre todos y dando testimonio de unidad entre las hermandades. 

Por este motivo, en la tarde del martes 2 de junio,  la hermandad de la Hiniesta hace entrega de un lote de alimentos a la hermandad de la Sagrada Resurrección para apoyar su recién creada despensa solidaria de alimentos donde van a tener acogida muchas familias con necesidades y en riesgo de exclusión. 

Confiamos que por la intersección de la Santísima Virgen en sus advocaciones de Aurora e  Hiniesta, alcancemos la bondad del rostro de la Buena Muerte de Nuestro Señor y pronto  superemos estas circunstancias con la alegría de la Resurrección de Jesús.




Reposición al culto

Ha sido repuesta al culto la imagen de la Inmaculada, después formar parte de la exposición  «Montañés. Maestro de maestros», con la que el Museo de Bellas Artes ha conmemorado los 370 años del escultor Juan Martínez Montañés.



lunes, 1 de junio de 2020

Nuestra historia


El hospital de la Virgen de la Hiniesta

El origen de la Hermandad de la Hiniesta está vinculado al gremio de hortelanos. El barrio de San Julián se encuentra lindando con las murallas, frente a las que se abría hasta época contemporánea un amplísimo espacio de huertas y sembrados. En las Ordenanzas de Sevilla, que por orden de los Reyes Católicos en 1502 recopilaron todas las leyes y ordenamientos de la ciudad, se incluyó la reglamentación de dicho gremio. En ella se menciona que tenía hospital propio con el título de Santa María de la Hiniesta a espaldas de la iglesia de San Marcos (en la esquina de las actuales calles Vergara e Hiniesta).
Según el libro de rentas del hospital, la casa fue comprada por la hermandad el 16 de marzo de 1420. Un inventario de 1587 describe de forma somera cuál era entonces la distribución de espacios. Tenía una entrada, con una habitación a mano izquierda con una planta alta, desde donde se accedía a un patio empedrado, con un pozo y un limonero. Desde allí se entraba a una sala rectangular, que indistintamente se usaba de cabildo y capilla, cubierta de madera, y, finalmente, a un pequeño patio o corral con una cocina y chimenea.
La capilla tuvo un retablo presidido por una imagen de la Virgen. Fue diseñado por Martín Infante, arquitecto del Alcázar y hermano de la cofradía, y construido por los escultores Gaspar del Águila y Juan de Oviedo el Viejo según contrato firmado el 5 de junio de 1583.
En tiempos del arzobispo Rodrigo de Castro se decretó que las decenas de hospitales que existían en Sevilla, pertenecientes a hermandades o gremios, se vendiesen o arrendasen y que el dinero obtenido pasara a financiar dos únicos hospitales, el del Amor de Dios y el del Espíritu Santo, una medida que pretendía concentrar los recursos y hacer más racional y efectiva la asistencia caritativa y sanitaria en Sevilla. El hospital de la Hiniesta fue vendido en pública subasta el 25 de noviembre de 1587. Fue entonces cuando la hermandad se trasladó a la parroquia de San Julián, donde continúa.
Francisco S. Ros González

Teniente Hermano Mayor
Profesor Departamento Historia del Arte
Universidad de Sevilla





 Pie de foto: La esquina de las calles Vergara e Hiniesta en la actualidad, donde se levantó el hospital de Santa María de la Hiniesta en el siglo XV.