San Vicente, diácono de Zaragoza y mártir, que durante la
persecución bajo el emperador Diocleciano hubo de sufrir cárcel, hambre, potro,
láminas candentes, hasta que, en Valencia, en la Hispania Cartaginense (hoy
España), voló al cielo a recoger el premio del martirio.
La autenticidad de sus virtudes, vividas heroicamente en la
sencillez de su vida ordinaria, quedó sancionada por su sangre derramada. Y la
Iglesia correspondió a su eminente servicialidad con el homenaje de su rápido
culto.
Su imagen, en actitud orante, con una gran tonsura, y
revestido de la pérula, aparece en un fresco del siglo VI-VII en el cementerio
de Ponciano, en Roma. Es honrado especialmente en Zaragoza, en Salona, Sagunto
y Tolosa. Reliquias suyas se veneran en Carmona de Sevilla y en algunas
ciudades de África. En la Catedral de Valencia se conserva al culto el brazo
izquierdo del protomártir, regalado por Pietro Zampieri, de la diócesis de
Pádua (Venecia), el 22 de enero de 1970. Vicente, el Vencedor, es uno de los
tres grandes diáconos que dieron su vida por Cristo. Junto con - Corona, Laurel
y Victoria - forma el más insigne triunvirato. Cubierto con la dalmática
sagrada, ostenta en sus manos la palma de los mártires invictos, Vicente.
En esta onomástica de memoria obligada, felicitamos a todos
los hermanos y devotos de la Hiniesta que hoy celebran su santo.
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