En estos días al calor familiar, llenos de luces, música y alegría
en la inmensa mayoría de los hogares, en San Julián nos queremos acordar de
aquellos que sufren el frío de la ausencia, la sombra de la enfermedad, el
silencio de la soledad y el pesimismo de la pobreza y la exclusión.
A todos ellos deseamos que el rostro divino de la Hiniesta,
en estos instantes previos a la llegada del Señor, sea el verdadero consuelo que
necesitan en el tiempo de la navidad
Y volveremos a escuchar el cántico de los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra
paz a los hombres que ama el Señor”
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